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“La no-monogamia ética sin feminismo, no es sana”

Lidia Manot, (Barcelona, 1990) es ilustradora y divulgadora sobre no-monogamia ética y la mujer que trabaja tras Open Mandarina, un proyecto que nace con la vocación de cuestionar el sistema y acompañar a las personas que no se sienten identificadas con la monogamia normativa

Creé Open Mandarina a partir de un momento evolutivo personal. Había estado en dos relaciones monógamas sanas, una de dos años y la otra de seis. A pesar de que todo parecía ir bien yo sentía una sensación constante de limitación y, para encajar en el molde monógamo, anulé completamente una parte de mí que entendía la vida y las relaciones de otra manera. Cuando descubrí que otra realidad era posible quise darle visibilidad y ahí nació Open Mandarina. Hablo mandarín y para hablar de amor libre quise romper el diálogo de siempre con un cambio simbólico de discurso, pasando de la teoría de las naranjas a la de las mandarinas. 

 

¿Cómo empezaste en las relaciones abiertas?

Cursé un máster de desarrollo personal y algo hizo clic en mí. De repente, vi que había anulado la parte curiosa de mí que entendía que la vida era mucho más que casarse y pasar el resto de mi vida con una sola persona. Me di permiso de buscar información y alternativas y descubrí la no-monogamia ética. No solo eso, conocí gente que la vivía y mantenía los vínculos de forma sana durante años. Se lo planteé a mi pareja monógama, pero no hubo acuerdo. Cuando me quedé soltera empecé a conocer gente liberal y poliamorosa y me sentí como pez en el agua. Al poco tiempo conocí a uno de mis vínculos actuales, con el que establecimos unos acuerdos claros para relacionarnos de forma poliamorosa.

¿Tuviste referentes?

No, en parte por eso creé este proyecto. Recuerdo ver algunas películas que planteaban el tema, pero estaban cargadas de drama y de pasiones descontroladas y yo no me identificaba con eso, siempre he sido muy tranquila en las relaciones. Más tarde sí leí a ‘Ética Promiscua’ y algunos libros de Brigitte Vasallo que reforzaron mis teorías.

¿Qué es exactamente la no-monogamia ética?

Es una referencia a todos los modelos relacionales alternativos a la monogamia. En función de los acuerdos o contrato, la no-monogamia engloba las relaciones liberales, el poliamor jerárquico y no jerárquico y muchas otras configuraciones.

Y, ¿en qué consiste el contrato?

Cualquier relación tiene un contrato y éste define el concepto de fidelidad. En la monogamia normativa, este contrato nos viene dado socialmente; no hay un momento en el que nos sentamos a preguntarnos qué es la fidelidad para ti o para mí y al final la línea entre fidelidad e infidelidad es bastante borrosa. Por el contrario, al abrirnos a otros modelos relacionales, dejamos de tener un contrato como referencia y eso nos obliga a debatir y concretar qué es para cada persona la fidelidad y llegar a acuerdos. Ya no hay nada obvio, sino que requiere de un trabajo de introspección.

Brigitte Vasallo defiende que la monogamia no es una práctica sino un sistema opresor. ¿Lo compartes?

Mayormente sí. Está claro que al sistema le interesa la monogamia para perpetuarse. Lo único que quizás me rechina de lo que afirma Vasallo es que creo que la monogamia en sí, como modelo relacional, podría ser simplemente descriptiva, no tiene por qué ser limitante. Es decir, si entendemos que hablamos de dos personas que se vinculan así y no les apetece estar con más gente, genial. El problema es que hay una enorme cantidad de gente que probablemente no encaja en este molde y el sistema no permite cambios y modificaciones. Construimos las relaciones de tal forma en la que nos vemos arrastrados a relacionarnos de la misma manera que “todo el mundo” y nunca podemos pedir algo distinto. Si verbalizamos desacuerdo, todo el sistema en forma de películas, libros, amistades, familia, instituciones… van a contradecirte. Pero creo que todo lo que no expresamos abiertamente acaba saliendo de forma inesperada y sin ética, de ahí las estadísticas sobre infidelidad y la enorme cantidad de divorcios.

¿Cuáles son los aspectos que más se desconocen socialmente sobre la no-monogamia, desde tu punto de vista?

La paz que podemos encontrar, se vende que va a ser súper difícil vivir así y que el drama está asegurado, pero eso muchas veces no es cierto. Para mí gestionar una monogamia era mucho más difícil. Tampoco se conoce la cantidad de trabajo emocional que hacemos y hasta qué punto nos comprometemos en cuidar los vínculos. La gente nos imagina teniendo sexo todo el rato porque es la obsesión de muchas personas monógamas. En cambio, seguimos teniendo familias que cuidar, trabajos que atender y proyectos personales que nos apasionan. Nuestra forma de relacionarnos y nuestros vínculos representan únicamente un aspecto de nuestras vidas.

¿Cuál es la clave de las relaciones no monógamas, desde tu punto de vista?

La deconstrucción y el compromiso de trabajarnos a nivel emocional. Si abrimos el espacio para expresarnos libremente y manifestar aquello que queremos eso nos obliga a observar nuestra vulnerabilidad. Puede despertarse el miedo al abandono, la ansiedad, la comparación, el miedo a que encuentren a alguien mejor… y eso es un examen minucioso para ver cómo está nuestra autoestima. Nos planteamos observar lo que sucede cuando siento malestar y poner atención en mí. En monogamia normativa, sin exponernos a este examen, muchas veces vivimos protegiéndonos, asegurando que nada amenace nuestro vínculo.

Algunas corrientes del movimiento feminista defienden que el poliamor es patriarcal. ¿Qué opinas?

Yo, como mujer, sentía reprimidos muchos aspectos de mí en la monogamia normativa. En los últimos años, las mujeres hemos ganado independencia y con ella estamos empezando a descubrir lo que hemos tenido que reprimir para encajar en un rol que nunca elegimos. Por otro lado, entiendo que el movimiento feminista pone el foco en que la no-monogamia ética pueda beneficiar a los hombres en el sentido de que puedan acostarse con muchas y reclamarnos, en nombre del desarrollo personal, que nos gestionemos los celos o el malestar. Pero, en cualquier caso, la no-monogamia ética sin feminismo no es sana, al igual que tampoco lo es la monogamia sin feminismo.