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“Una mujer desempoderada es más rentable para el capitalismo”

Con ‘Feminidad salvaje’ y ‘El niño que quería dar abrazos’, la comunicadora y sexóloga feminista Sonia Encinas (Madrid, 1987) debuta como escritora abordando dos retos importantes del feminismo: la salud sexual femenina y el reto de fomentar referentes de masculinidades diversas en la crianza de nuestros hijos.

Siempre he sentido mucha curiosidad por el sexo. De pequeña veía que el sexo era un tema tabú y me daba cuenta que las cosas que yo leía no eran los temas sobre los que se hablaban en mi entorno. Por eso creo que de alguna manera fui pionera en hablar de los temas íntimos. Lo que nunca pensé fue que me iba a dedicar acompañar a mujeres, parejas o grupos en lo que tiene que ver con el crecimiento sexual. Pero es verdad que ha sido una constante en mi vida. Incluso, cuando jugaba con muñecas, ellas tenían relaciones; afectivas y sexuales entre ellas. Después de estudiar periodismo quise especializarme en estudio de género y encontré un máster de sexología y género. Me conquistó tanto que aquí me quedé.  

 

Dices que la educación sexual es poder, ¿por qué?

Porque la sexualidad es una esfera de nuestra vida que tenemos desde que nacemos y hasta que morimos, uno de los pilares principales. Y en esta sociedad en la que el sexo sigue siendo tabú, romper esa barrera que nos pone el sistema es imprescindible para que recuperemos parte de este poder. Vivir una sexualidad informada que nos libere de creencias, de los límites y poder disfrutarla y mirarla desde un lugar de salud y bienestar es, sin duda, una de las cosas más poderosas que podemos hacer para vivir bien.

De hecho, ‘Feminidad Salvaje’ arranca con una declaración de intenciones: “para desempolvar nuestro bienestar sexual y ponerlo en el centro de la vida, debemos abandonar siglos de silencio”.

Siempre insisto mucho en que, tan cierto es que todas estamos preparadas para poner el bienestar sexual en el centro de nuestras vidas, como que el camino para conseguirlo es de por vida. Venimos de siglos de silencio y desinformación y para derribar esas creencias necesitamos tiempo, sin exigencia, y con mucho mimo. El bienestar sexual es paralelo al bienestar y en este sistema no tenemos un espacio para el bienestar. Por eso, para conquistarlo, tenemos que romper con muchas de las estructuras que nos han marcado desde fuera.

“La mujer sexual molesta al sistema”, dices. ¿Por qué?

Molesta porque el estigma de la zorra, la puta y la guarra sigue teniendo un peso brutal en nuestra sociedad; un estigma que no es más que uno de los mecanismos de control más importantes que el sistema ha utilizado contra la sexualidad de las mujeres. Y, además de que molesta, no interesa; una mujer desempoderada es mucho más rentable para el sistema capitalista. Desde ese lugar en el que una no se siente suficiente, siempre va a estar buscando fuera lo que siente que no tiene dentro. Es lo que nos han enseñado. Y la sexualidad forma parte de la misma lógica, si no siento que merezco sentir placer en la sexualidad, lo voy a buscar en otro montón de estímulos que sean políticamente más correctos. Y ya sabemos que la buena mujer es la que se deja siempre para el final, la que cuida, la que es atenta y sostiene al resto…

"Cuesta encontrar discursos que recojan toda la complejidad que existe en la vivencia y en la expresión sexual"

Fotos de David F. Sabadell

Las redes sociales, con sus luces y sus sombras, han generado un espacio para romper el estigma de la sexualidad femenina. ¿Están empezando a cambiar la cosas?

Está claro que ahora tenemos un espacio para hablar de sexualidad con mucho más permiso que el que había hace cincuenta años, y en los últimos 20 años ha habido mucha evolución. Pero, de todas maneras, seguimos viendo discursos que chocan con mi mirada de la sexualidad. Incluso, dentro del movimiento feminista, sigue habiendo un discurso castigador hacia ciertas expresiones de la sexualidad.

¿Te refieres a debates como los que se abrieron a raíz de la participación de Chanel en Eurovisión, por ejemplo?

Efectivamente. Como siempre la mujer está en el punto de mira, ya sea porque disfruta, o porque no disfruta, porque muestra su cuerpo porque no lo hace… Siempre somos señaladas, cuesta encontrar discursos que recojan toda la complejidad que existe en la vivencia y en la expresión sexual.  

También pasa cuando hablamos de maternidades, sabemos que la maternidad ha sido históricamente un tema incómodo para el feminismo. ¿Cómo lo vives tu?

Yo no le pido al feminismo que piense de manera homogénea. Personalmente, en los debates sobre maternidad o sobre sexualidad, los argumentos que son diferentes al mío tiendo a encontrar mensajes interesantes para reflexionar. No es realista pretender que en un movimiento que atraviesa a millones de personas exista una única opinión. Vivimos un momento social de mucha polarización política y yo veo en el feminismo un reflejo de lo que pasa fuera de él. Me encantaría que tuviéramos otras formas, pero intento vivirlo con mucha consciencia.

Fotos de David F. Sabadell

Acaba de ver la luz ‘El niño que quería dar abrazos’ ¿Cómo y cuándo nace este proyecto?

Hace un tiempo escribí un post en Instagram sobre el reto de educar en el feminismo a mi hijo. A raíz de este texto que se hizo viral, recibí una propuesta editorial que quería hablar de feminismo para niños. Porque, está faltando literatura con perspectiva feminista para ellos. Yo quise hablar desde mi propiaexperiencia, como lo hago siempre. En casa mi hijo puede ver un reparto absolutamente igualitario de tareas, una implicación en la crianza total y absoluta de su madre y su padre, pero lo que recibe fuera de le va a dar otra perspectiva determinada. Igual que los dibujos que ve. Y, en todas estas esferas se siguen reproduciendo muy marcadamente los estereotipos de género. Esa propuesta inicial me la llevé a la masculinidad, porque me parecía importante enfocarlo de esta manera. Lo que yo quería era que una criatura que crece identificándose como un niño, no tenga por qué meterse únicamente en una caja, sino que puede ser muchas cosas y diversas.

¿Cuál crees el reto principal para que las mujeres vivamos una sexualidad feminista?

Que a través de la mirada feminista las mujeres puedan empezar a disfrutar de la sexualidad sin culpa. Poniéndose en el centro y dejando atrás el imaginario de la sexualidad masculina y heterosexual.

Y, para acabar, ¿para que las criaturas tengan más referentes en sus masculinidades?

Educar a los niños abrazando su sensibilidad. En nuestra generación ya han calado todos los estereotipos, y, por eso, si hay algo que podemos cambiar para llegar a la raíz, es la educación. Por eso el reto es llevarlo a las generaciones que nos vienen por detrás, y educar a los niños a que reconozcan sus emociones, se puedan expresar. Eso es un legado que va a transformar por completo. Las mujeres estamos en revolución constante desde hace muchos años, pero falta hacerlo para ellos.