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“La menopausia hace tambalear la estructura patriarcal por la que hemos sido muy cuidadosamente educadas”

Marta Leon (Málaga, 1981) es especialista en nutrición, alimentación, salud femenina y hormonas. Dice que la hormonas se cuelan por todos los rincones y que se manifiestan tanto en nuestra forma de pensar como en la manera de omer, digerir o de gestionar las emociones. Es divulgadora y autora de Al encuentro de la maternidad (Editorial Obelisco), Alimentación y salud femenina. Cuida tus hormonas comiendo rico (Lunwerg, 2020) y La revolución invisible. Cuida tus hormonas a partir de los 40 (Lunwerg, 2022). La entrevistamos en Barcelona, donde reside desde 2015.

Dices que tu historia empieza en una granja en el mediterráneo. Cuéntame, ¿cómo recuerdas tu infancia y adolescencia?

Sin duda, el entorno en el que crecí ha tenido mucho que ver con el trabajo que hago hoy. Efectivamente, nací y crecí en una granja, rodeada de huertas y me alimenté con alimentos de temporada. Recuerdo el contacto con los animales y, especialmente, el proceso de cuidar todo lo que consumíamos. Esto no solo se revertía en lo rico que estaba todo, sino también en lo bien que nos sentaba. Diría que fue entonces, cuando empecé a entender la implicación que tenía sobre nuestra salud la alimentación y mis orígenes, el motivo que me ha llevado a preguntarme tanto las cosas. 

Más tarde estudiaste ingeniería química. ¿Qué buscabas en esta formación?

En ese momento, me pareció la carrera universitaria que más respuestas me iba a dar a todas mis inquietudes. Me interesaba mucho todo lo que tiene que ver con lo natural, pero a la vez me pesaba mucho lo relacionado con lo que la industria hace y produce. Me plantee estudiar biología o química, pero me daba la sensación de que estaban muy enfocadas y que ingeniería química tenía un programa mixto que se ajustaba más a lo que buscaba. Ahora bien, entré teniendo muy claro que ese no era el fin sino un medio para llegar dónde quería llegar. Fue en esa etapa cuando escuché un concepto hasta entonces desconocido, el de los disruptores endocrinos. Cuando entendí el impacto que podían tener algunas sustancias en nuestras hormonas, me pareció un campo interesantísimo a explorar y fue así como empecé a formarme en la salud hormonal.  

Dices que aprender para ti es como respirar…

De hecho, debería ser una necesidad colectiva, teniendo en cuenta que cada vez se va a hacer más latente la necesidad de poder desde el conocimiento discernir entre lo que sí que nos interesa y lo que no. Antiguamente, cuando no había tanto acceso a la información, a veces íbamos a nuestro profesional sanitario y lo que escuchábamos era lo que obedecíamos. Era muy difícil tener una segunda opinión, ahora es mucho más fácil acceder a la información y encontrar personas que divulgan, libros, etc. que nos ayudan a entender mejor la información. Tenemos herramientas para decidir libremente lo que queremos hacer y lo que no. Por eso es importante afinar esa mirada y buscar fuentes fidedignas.

Foto: Victòria Penñafiel
«Deberíamos conocer más nuestros ciclos,
no solo por el deseo de ser madres sino para vivir mejor”»

Existen múltiples estigmas y tabúes sobre la salud sexual y reproductiva de las mujeres. ¿Consideras que existe desinformación todavía?

Por suerte, cada vez se aborda más, pero todavía existe mucho desconocimiento. De hecho, cuando yo empecé a estudiar sobre los disruptores endocrinos, se abordaba desde los límites legales permitidos. Lo que pasa es que sabemos que, no solo hay que mirarlo de esta manera, sino que el cuerpo empieza a notar cambios mucho antes. Desgraciadamente, nos faltan muchos estudios sobre el tema y hay casuísticas que afectan…

¿Por ejemplo?

No es lo mismo tener enfermedades autoinmunes que no, ser mujer o ser hombre… Y, por supuesto, hay un tema de contaminación cruzada que es imprescindible tener en cuenta. Normalmente, no estamos expuestas a un solo tóxico, depende de la alimentación procesada que tomes o no, de los cosméticos que uses, de si vives en una ciudad o en el campo… Depende también de la genética y la capacidad empática para limpiar esos tóxicos. Todos estos factores hacen que cada persona reciba este input de manera diferente. Y las mujeres no somos conscientes del impacto que puede tener todo esto en procesos vitales como nuestros ciclos menstruales, nuestra fertilidad, el embarazo… Se va hablando cada vez más, pero falta mucho camino por recorrer.  

Si no me equivoco, los disruptores endocrinos también nos afectan de manera desigual a mujeres y hombres. ¿Por qué?

El problema es que sabemos, además, que las mujeres somos mucho más sensibles a los disruptores endocrinos que los hombres. Principalmente, porque estos tienen a nivel químico mucha afinidad por las grasas. Y las mujeres tenemos siempre más porcentaje de grasa que ellos, porque la necesitamos para fabricar hormonas de la fertilidad y el ciclo menstrual. Fíjate que menstruamos desde los 12, proximadamente, hasta los 50. Y la grasa es fundamental en todos estos años. Si los disruptores y estos tóxicos tienen afinidad quiere decir que tenemos más facilidad de que y nos afecten. Pero, además, por temas socioeconómicos las mujeres estamos más expuestas, porque generalmente nos exponemos más que los hombres a maquillaje, a productos de higiene femenina, etc. Nada de esto es peligroso, de vida o muerte, pero la combinación de todos estos factores, hace que las mujeres estemos más en riesgo.

El sesgo de género en la salud es un hecho evidente. ¿Existe también este sesgo en la salud hormonal?

Efectivamente. Tradicionalmente, los estudios se han llevado a cavo para población general, sin diferenciar estudios para mujeres o para hombres. En este caso, que como decíamos anteriormente, los disruptores repercuten de manera desigual a mujeres y hombres, nos encontramos con una falta de rigurosidad preocupante. Si no se hace esta diferenciación es que se estudia peor…

¿Qué pasa con nuestros ciclos?, ¿por qué motivo crees que estamos tan desconectadas de nuestros cuerpos?

Diría que cada vez lo estamos menos, pero sí, no conocemos suficiente nuestros ciclos. Muchas veces, no es hasta que aparece el deseo de la maternidad cuando nos damos cuenta de que, para empezar, quedarnos embarazadas no es tan fácil. Nos damos cuenta de que pesé a que llevamos unos cuantos años menstruando, existe un concepto que se llama ovulación y en el que no nos habíamos fijado. No somos conscientes de los signos de la ovulación y a veces, un bebé que tarda en llegar nos da la motivación suficiente para que empecemos a conocernos más. Otras veces no es así, sino que sucede porque tenemos un desequilibrio, una enfermedad o una condición que nos genera alteraciones y eso nos lleva a entender el origen. A veces, cuando este contexto vamos a la consulta, lo primero que se nos recomienda es un anticonceptivo y esto nos lleva, de nuevo, a seguir desconectadas de nuestros ciclos y, por lo tanto, seguir sin entender lo que nos pasa. 

¿Por qué es importante tomar conciencia de nuestros ciclos?

Porque hay muchas cuestiones que tienen que ver con nuestro desarrollo cognitivo, con nuestra capacidad de pensar con más claridad, con nuestros niveles productivos o con nuestra energía que están condicionados por nuestros ciclos. E identificarlo nos aporta tanto y podría mejorar nuestra calidad de vida, pero nos lo estamos perdiendo porque estamos demasiado ocupadas como para atender al cuerpo.

Y sería bonito que conociéramos más nuestros ciclos, no sólo por el deseo de maternidad sino para vivir mejor. Porque nos afectan mucho más allá de la salud reproductiva. Nos afectan el estado de animo, en la salud emocional, en la capacidad metabólica. En el deseo, en la capacidad de relacionarnos con otras personas, en la hidratación, a nivel neurológico e, incluso, en la inmunidad. Como tenemos receptores hormonales en prácticamente todas las células del cuerpo, el ciclo influye en todo.

Parece evidente que esta desconexión con nuestros cuerpos está relacionada con la educación patriarcal en la que hemos crecido…

Claro, la educación que hemos recibido está estrechamente vinculada con que lleguemos tarde a conocernos más y mejor. Nuestra salud no es lo suficientemente importante; no importa que te duela la regla durante cuarenta años, no es de vida o muerte. Y todos los inputs que recibimos nos llevan a desconectarnos de nuestro cuerpo. Dicho esto, tengo que admitir que cada vez vienen más mujeres a mis consultas por la necesidad de conocerse más y ponerse en el centro. Esto hace unos años no pasaba. Hasta hace poco el fin de las visitas era conocer la fertilidad o trabajar algún desajuste de salud. Pero que haya mujeres que desde la curiosidad y el querer conocerse más quieran llevar su autocuidado a otro nivel, es una buena señal.

 


«Cuando entendí el impacto que podían tener algunas substancias en nuestras hormonas, empecé a formarme en salud hormonal»
Foto: Victòria Peñafiel

En 2022 publicaste La revolución invisible. En alguna reseña he leído que está dirigido para mujeres de más de cuarenta, pero creo que es un título imprescindible para mucho antes, ¿no crees?

Técnicamente, la menopausia nos debería llegar entorno a los 50. Yo hice trampa en el subtítulo y hablé de los 40, porque creo que es importante tomar conciencia previamente y tener una década para prepararnos. Algo de lo que no era consciente cuando escribía el libro y que está pasando es que están llegando muchas chicas de 30 y pico que se están interesando por el libro y esto me emociona mucho.  

Es importantísimo vivir la menopausia informadas y con recursos. Tanto que cuando a consulta llega alguien buscando el bebé, yo le insisto en la importancia de preparar también el climaterio. Puede parecer que queda lejos, pero en realidad, cuidar nuestra salud hormonal es importantísimo para todo. De lo contrario, siempre llegamos tarde a todo: nos preocupamos por el dolor de regla cuando llevamos 10 años sufriéndolo, nos preocupamos por la fertilidad cuando estamos buscando el embarazo, nos interesamos por el climaterio cuando llevamos sin menstruar dos años. Existen muchas cosas y muy sencillas que se pueden resolver en la menopausia y es importante tener la información y los recursos para hacerlo.

 ¿Como por ejemplo?

La entrada a la menopausia no es algo que pasa de la noche a la mañana, cada día nos vamos acercando. De ahí la importancia de empezar a prepararnos con margen. Los tres pilares fundamentales son la alimentación, la luz y el movimiento. Por lo que se refiere a la alimentación, debemos introducir alimentos que nos nutran, materias primas como el omega3 porque sabemos que es una grasa estructural cuida nuestros tejidos, los de fuera y los de dentro, como la piel del corazón, del útero o de los ovarios. La dieta mediterránea es fabulosa, los alimentos anaranjados para nuestros tejidos internos y evitar comida basura que nos sienta peor.

Por otra parte, es importante la exposición al sol, porque regula nuestro ritmo circadiano que es la base de nuestra biología. De hecho, la luz es más importante que la alimentación. Los seres humanos vivimos en ambiente diurno y necesitamos luz. En cambio, somos la sociedad que pasa más tiempo en interior de la historia, trabajamos en interior, vamos al gimnasio para hacer deporte… La exposición solar es fundamental porque nos ayuda a producir vitamina D en la piel y a que la parte del cerebro que se encarga de todo lo que tiene que ver con la activación del día, como producir hormonas, mantener el equilibrio emocional, trabaja mejor. Sabemos que cuando hace buen día estamos mejor que cuando está lluvioso. Esto es importante para todo el mundo y especialmente en climaterio, cuando la vitamina D es fundamental y nos ayuda a producir mejor melatonina nocturna.

Por último, mencionabas el ejercicio como tercer pilar. En cambio, somos una sociedad bastante sedentaria….
Efectivamente. Los ejercicios de fuerza nos ayudan a preservar masa muscular, algo que cuando dejamos de menstruar nos es más difícil. Por eso, es importante preservar bien los músculos que tenemos. Y, aunque no sea para hacer entrenamientos potentes, combinar cardio y ejercicios de fuerza es importante porque protege nuestras articulaciones. Sabemos que los músculos que tenemos son un marcador de longevidad, las mujeres vamos en ventaja respecto a los años de vida, pero es importante que no solo vivamos más sino que vivamos mejor. El ejercicio nos ayudará también a proteger los huesos, nos hablan de la osteoporosis y es algo que preocupa en el climaterio, pero en cambio no nos dan claves para prevenirla.

De todo esto hablas en La revolución invisible. Cuida tus hormonas a partir de los 40 (Lunwerg, 2022) y reivindicas que, lejos de los estigmas que hay entorno a la menopausia, se puede vivir desde el empoderamiento y la libertad. ¿A qué te refieres exactamente?

Tenemos que escuchar a las mujeres que ya han pasado por esta etapa. La juventud es un activo en nuestra sociedad sociedad, pero en lo femenino, todavía más. La juventud y la belleza tiene una importancia mucho mayor en las mujeres. Esto viene de lejos, en la época victoriana ya podías ser reina que, si no dabas un varón o no eras fértil, no tenías ningún valor para la sociedad. Y el hecho de llegar a la menopausia con esta impronta nos hacía perder valía. Pero esto no es la realidad mundial, hay otras culturas en las que sí que se valora la edad, la experiencia o la sabiduría. No es casualidad que en estas culturas, como la oriental, tienen muchos menos síntomas con respecto a este pergamino de cosas malas que se supone que nos traerá la menopausia.

 

Lo que sí que se ha visto es que, más allá de las particularidades de cada mujer, muchas sienten una sensación de liberación porque por primera vez en la vida pueden tener relaciones sexuales sin quedarnos embarazadas. Y, por otro lado, las hormonas en esta etapa nos llevan a una sensación de irreverencia, de empoderamiento profundo y de desobediencia, incluso. El hecho de conectar con esta sabiduría interna y que nuestras fluctuaciones sean un poco diferentes hace que a la hora de relacionarnos socialmente, sea más fácil poner límites.

 En el libro lo explicas con una hipótesis del comportamiento animal, el de los elefantes.

Exactamente, es un estado comportamental interesante. No hay muchos longevos que vivan la menopausia, pero en los elefantes, por ejemplo, sabemos que cuantas más elefantas menopáusicas haya, mayor es la supervivencia.  Posteriormente, se han hecho estudios también con gorilas en los que se demuestra que más allá de cuidar la comunidad, las gorilas se cuidan a ellas mismas a partir de la menopausia. Nos volvemos más egoístas y es importante escuchar nuestras necesidades para ponernos en el centro, de alguna manera, la menopausia tambalea esta estructura patriarcal por la que hemos sido muy cuidadosamente educadas.  

 

Antes de acabar, en enero avanzaste que estás trabajando en un nuevo libro. ¿Nos puedes hacer algún avance?

Como lo que más me gusta del mundo es escribir, no puedo parar… En este caso quería escribir sobre algo que es más horizontal, que nos afecte a todas y que no es tan conocido. He querido hablar de aspectos hormonales, pero no tanto mirando los ciclos sino analizando la relación de los ciclos con otros órganos. En concreto, con el intestino y con el papel que juega el intestino a lo largo de nuestra vida. Resulta que el intestino hace mucho más de lo que nos han contado. Espero que vea la luz antes de navidad de 2024.